08 noviembre, 2007

¿Es Levítico 23:3 un mandamiento de tener servicios de adoración el día sábado?

Por Paul Kroll

Leemos el siguiente mandamiento de Jesús en Lucas 5:14, cuando sanó un individuo: “Y él le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos. Si uno asume que la enseñanza de Jesús se aplica a toda la gente en todos los
tiempos, se diría que este es el “texto prueba” que dice que los cristianos deben ofrecer el sacrificio, según mandó Moisés y presentarse ante el sacerdote judío.

La razón por la que sabemos que Lucas 5:14 no es un mandamiento para que nosotros ofrezcamos sacrificios, es que el testimonio total del Nuevo Testamento deja claro que tales sacrificios se aplicaban solamente a Israel y los judíos bajo el Antiguo Pacto. Sin embargo, esto ilustra lo ingenuo que es aislar un versículo de su
contexto y asumir que significa lo que nosotros queremos probar. Esto ilustra la necesidad de examinar tanto el versículo en cuestión como el contexto general de la Biblia. Debemos poner a un lado lo que asumimos como correcto.

Veamos si los cristianos deben asistir a “santas convocaciones” el día sábado. Si vamos a entender lo que Levíticos 23:3 significa en su contexto, tenemos que saber
algo sobre la forma de adoración comunal en Israel bajo el antiguo pacto. La adoración en Israel –la cual era una adoración corporativa nacional– esencialmente
tenía que ocurrir en el lugar que Dios había designado como sitio central de adoración. Originalmente, este estaba alrededor del Tabernáculo móvil y después del tiempo de Salomón, en el Templo en Jerusalén.

Podemos ver una instrucción muy explícita acerca del lugar de adoración en Deuteronomio 12. Se le dice a Israel: “sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. (12:4). Vea también los versículos 11, 14, 17-18 y 26. Este mandamiento a adorar solamente en un lugar designado también lo encontramos en Deuteronomio 16, que enumera los festivales anuales. Vea los versículos 5, 7, 11 y 16, entre otros.

Las razones para esto son numerosas. Una consideración era que Israel no debía alterar el formato de adoración y el propósito que Dios había dado a la nación; de otra forma podían caer fácilmente en adoración dirigida a deidades paganas. Podemos ver cómo esto sucedió en el desierto, cuando Moisés dejó al pueblo para ir a recibir las Tablas de Piedra (Éxodo 32), y cuando Israel rompió políticamente con Judá y puso su propio sistema religioso, incluyendo nuevos formatos y lugares de adoración. (1 Reyes 12:25-33).

Lo que hace “santo” al Sábado

También deberíamos notar que la esencia de guardar el sábado era el descanso físico. En Éxodo 20:8-11 y Deuteronomio 5:12-15, el mandamiento del sábado especifica descansar del trabajo como la forma de guardar el día “santo”. No se menciona ir a un servicio de adoración cada sábado. Otros pasajes en el Antiguo Testamento también definen el sábado como descanso, no como asistencia a servicios de adoración. Vea por ejemplo, Éxodo 31:12-17, Números 15:32, Nehemías 13:15-22 y Jeremías 17:19-27. Los últimos dos pasajes, aunque se refieren a Jerusalén, no mencionan nada sobre dejar de asistir a servicios de adoración o “asambleas sagradas”, sino solamente el trabajar en sábado como profanación de este día.

Un estudio interesante es buscar la palabra “sábado” en una concordancia, encontrar todas las referencias del Antiguo Testamento y leer los pasajes para ver como se guardaba este día “santo”. La conclusión será que lo que hacía sagrado el
tiempo del sábado era descansar del trabajo, no el asistir a un servicio de adoración. La mayoría de israelitas vivían demasiado lejos del tabernáculo para asistir a un servicio de adoración cada sábado –y no hay evidencia en el Antiguo Testamento de que lo hicieran. La ley no les permitía reunirse en otro lugar para adorar. No encontramos un mandamiento, ni siquiera para los que vivían cerca del Tabernáculo, que tenían que observar los rituales. El sábado se guardaba en casa, descansando.

Esencialmente, no hay mención en los pasajes del Antiguo Testamento, de que asistir a un servicio de adoración en el sábado sea una forma de guardar este día santo. Repitiendo, la forma en que el sábado era santificado, hecho santo o apartado como sagrado, era por medio del descanso físico del trabajo. Todas las referencias de la observancia del sábado en Israel apoyan este punto. No hay teología del Antiguo Testamento sobre la santidad del sábado semanal, que se centre alrededor de la asistencia a “santas convocaciones”.

Sería extraño entonces, tomar una frase en Levíticos 23:3 que se refiere a un servicio de adoración, y luego decir que esto es tan importante para guardar el sábado, como descansar. Sería un error asumir tal enseñanza de una sola frase en un solo versículo, cuando el testimonio completo del Antiguo Testamento no menciona la asistencia a un servicio de adoración en conjunción con el sábado. No hay indicación en las Escrituras de Israel asistiendo a servicios de adoración de una clase u otra, en sus pueblos y villas locales. Ellos debían viajar a servicios de adoración en el Tabernáculo solamente para los festivales anuales.

El sistema de Sinagogas.

Uno puede apuntar al Nuevo Testamento y decir: pero Jesús y Pablo asistieron a la sinagoga en el sábado. ¿No indica esto que los servicios de adoración eran parte integral del mandamiento de Dios de guardar el sábado santo?

El hecho es que, hasta donde sabemos de las Escrituras o de la historia Judía, no había un sistema nacional de sitios de adoración sabática o lugares de instrucción comunal, a través de la historia de Israel, en la Tierra Prometida hasta la cautividad de Judá en el año 530 A.C. Y el regreso de un remanente a Judea 70 años después. No había sinagogas antes del exilio; no habían lugares de reunión locales en Israel antes del exilio, porque no había un mandamiento de reuniones semanales.

El sistema de sinagogas permitió a los judíos reunirse en pueblos y villas locales para orar, leer las Sagradas Escrituras y para compañerismo. La sinagoga se convirtió en un santuario en miniatura para reemplazar la pérdida del templo en Jerusalén. No sabemos cuando se originó el sistema de sinagogas. Ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento provee información sobre este desarrollo. Se cree generalmente que el sistema de sinagogas se desarrolló cuando la adoración en el Templo en Jerusalén fue imposible y cuando los Judíos fuero esparcidos entre las
naciones.

Pero los Judíos agregaron el sistema de adoración en sinagogas, no basados en un mandamiento bíblico, sino por la necesidad debido a la pérdida del Templo y el esparcimiento del pueblo lejos de la Tierra Prometida. Repitiendo, en ningún lugar del Antiguo Testamento encontrará usted un mandamiento de tener sitios de adoración locales. No había nada malo con el establecimiento de las sinagogas judías. Se convirtieron en un centro importante para la instrucción en su fe. El Nuevo Testamento no condena esta práctica, se toma por sentado. Pero no es un mandamiento.

Con respecto al día en que los Judíos tenían su servicio de adoración, es natural que fuera el sábado. Después de todo, la gente trabajaba los otros seis días y el sábado era el tiempo conveniente para reunirse. Pero, repitiendo, no hay un mandamiento bíblico de establecer sitios locales de adoración y hacer el sábado semanal “santa convocación”. El Antiguo Testamento no indica que el sábado se guarde santo con una reunión. Sino que era guardado santo por medio del descanso.

Levítico 23:3

Ahora veamos Levíticos 23:3 “Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis.” Nótese que se hace énfasis en que es un día de reposo.

Puesto que el pasaje es sobre descansar y no trabajar, parece que la expresión “santa convocación” es un paralelo de “sábado para el Señor” y se refiere no tanto a la adoración corporativa oficial en el sábado, sino al día mismo como una “santa convocación”. Esta frase puede ser entendida como “día sagrado de celebración” u “ocasión sagrada”. El sábado semanal, como los festivales anuales, eran ocasiones para adorar y alabar a Dios por la abundancia de bendiciones físicas y por liberar a Israel de la esclavitud en Egipto. Pero esta adoración y alabanza podía darse a Dios en la participación de los Israelitas en el descanso mismo, así como en la contemplación y conversación en la casa.

Es decir, al descansar de su trabajo e intereses propios en el sábado semanal, los Israelitas estaban presentándose ante Dios por medio del descanso. Descansar era una forma de estar en la presencia de Dios y cumplir su propósito sagrado. Como cristianos, entendemos que nuestro descanso está en Cristo, quien es nuestro Sábado. Cuando descansamos espiritualmente en Cristo, nos presentamos como el pueblo de Dios ante su presencia en santa convocación continua. Estamos siempre en su presencia. El concepto de “descanso” es importante en las Escrituras y tiene un profundo significado espiritual para los cristianos.

En conclusión, para la mayoría de Israelitas, el sábado era un día de descanso en casa, no un día para viajar largas distancias y asistir a un servicio de adoración. Los festivales anuales de cosechas eran el tiempo en que los Israelitas disfrutaban de la adoración comunal y la hermandad. Esto es lo que dice el Expositor’s Bible Commentary (volume 2, pag. 623) sobre Levítico 23:3: "Hay un énfasis aquí que los Israelitas descansaban en casa. Habían ofrendas especiales en el Tabernáculo, pero el Israelita ordinario y su familia descansaban. Presumiblemente esta era una oportunidad para la adoración familiar y la instrucción en la ley de Dios, pero esto no está específicamente entrelazado. Que empuje debe haber sido el descanso semanal para el antiguo trabajador y agricultor en su duro y pesado trabajo”

Como hicieron los Judíos en su sistema de sinagogas, los cristianos encuentran que la reunión regular y la instrucción comunal son un fundamento importante de su vida religiosa. Como cristianos, tenemos la libertad de reunirnos a cualquier hora del día, cualquier día de la semana y en cualquier época del año. No estamos limitados a reunirnos en un día específico, puesto que ningún día ha sido apartado específicamente por Dios para la adoración y la hermandad cristiana.

Naturalmente, siempre estamos en la presencia de Dios y le adoramos porque Él y Cristo residen en nosotros por medio del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, podemos reunirnos semanalmente y por épocas en grupos pequeños o en comunidades grandes para alabar a Dios, recordar la obra salvadora de Cristo y tener hermandad en el Espíritu.

Cómo debo alabar al Señor?

Tal vez tienes dudas de que manera es correcta para alabar a Dios. Puede ser que has asistido en algunas iglesias donde alaban de tal manera mientrasque en otro lugar alaban de otra manera. Tal vez esperas ver como reaccionan los demas para decidir que hacer. Has pensado "Debo levantar mi mano, dar un grito de jubilo, o bailar"? Si estas han sido tus preguntas me gustaria informarte que la biblia nos ensena 7 maneras como alabar al Senor. Yo creo que no hay cierta manera en que uno tiene que alabar al Senor, pero si creo que uno no debe ser limitado. Debe seguir su corazon y hacer lo que se nace ahi.

1. TOWDAH (palabra hebreo que se pronuncia to-da) que se encuentra en Hebreos 13:15. Asi­ que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de El, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Es un sacrificio de alabanza, algo que nos cuesta, aun cuando todo va mal y no tenemos el deseo de alabar a Dios. En toda circunstancia.

2. YADAH (palabra hebreo) que se encuentra en Salmos 63:4 Asi­ te bendecire en mi vida; En tu nombre alzare mis manos.
Debemos alzar o levantar nuestras manos para alabar a Dios.

3. BARUCH (palabra hebreo- baruk) se encuentra en Salmos 95:6-7 Venid, adoremos y postramonos; Arrodillemonos delante de Jehova nuestro Hacedor. Porque El es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Aveces estar el la presencia de Dios es tan conmovedora que solamente podemos postrarnos, arrodillarnos frente a su presencia.

4. SHABACH (palabra hebreo-chabak) se encuentra en Esdras 3:11 Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehova, y diciendo: Porque El es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran jubilo, alabando a Jehova porque se echaban los cimientos de la casa de Jehova. Debemos sentirnos libres par darle un grito de jubilo.

5. ZAMAR (palabra hebreo) se encuentra en Salmos 150 Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con ci­mbalos resonantes;
Alabadle con ci­mbalos de jubilo. Todo lo que respira alabe a Jehova.
Aleluya. Alabemos con instrumentos.

6. HALAL (palabra hebreo-jalal) que significa "alabar, jubilar, jactar, alardear, celebrar." Sera parecida a nuestra reaccion en un partido de futbol cuando se mete el gol ganador.

7. TEHILLAH (palabra hebreo-tejila) que significa salmo. El nombre del libro de Salmos se traduce Tehillim. David uso canciones e himnos para expresar su amor para Dios. Debemos cantar canciones de adoracion a Dios por lo tanto que El ha hecho para nosotros.

¿Cuál es la manera apropiada de adorar a Dios?

De una u otra forma, todos adoramos. Aun los incrédulos adoran, ya sea el dinero, a ídolos del deporte o la música. Fuimos creados para adorar. El hecho de que Dios haya creado a Adán y Eva en el sexto día, justamente antes del sábado, tiene un profundo significado teológico y sociológico. La intención del Creador era que en la vida humana la adoración tuviera la prioridad por sobre cualquier otra actividad. Es esta prioridad la que demanda que los seguidores de Dios no sólo adoren, sino que lo hagan correctamente. El acto y la manera de adorar no pueden darse por sentado.
¿Cuál es la manera apropiada de adoración? ¿Existe sólo una forma o un estilo correcto? ¿Han cambiado las formas de adorar con el tiempo? ¿Quién decide cuál es la manera correcta? Una vez que dejamos las opiniones y preferencias personales de lado, para hallar la respuesta debemos acudir a la Palabra de Dios.

El significado de la adoración

Las Escrituras nos presentan varios modelos de adoración. Uno de los más claros se encuentra en Isaías 6:1-8, donde el profeta relata la visión de una escena de adoración celestial. Este pasaje nos presenta un programa, inclusive una orden de adoración.
El capítulo comienza con la visión de Dios en su trono celestial y en su entorno reinan la belleza, el poder, la majestad y la reverencia. Aquí se nos enseña el por qué de nuestra adoración: es la respuesta a la presencia divina y a su llamado a adorar.
Los salmos --los textos de alabanza y adoración tradicionales de Israel-- nos muestran el cómo de la adoración: con gozo y reverencia. Esta idea se repite una y otra vez con frases tales como "Venid, aclamemos alegremente a Jehová.... Venid, adoremos y postrémonos" (Salmo 95:1, 6).
No es fácil encontrar el equilibrio entre el gozo y la reverencia en la adoración. En los servicios de culto a Dios, a menudo enfatizamos uno en desmedro del otro. Se nos hace difícil hallar la forma de combinar los dos. Nos cuesta ser reverentes y al mismo tiempo alegres. Pero eso es lo que Dios nos pide cuando le adoramos.
La Biblia también presenta la adoración como una actividad integral. Los adoradores deben acercarse a Dios con su ser entero. La adoración bíblica requiere del espíritu, la mente y los sentidos. Según Isaías 6, la adoración incluye la vista, el oído, el olfato y el tacto.
La adoración también es un acto corporativo: venimos a Dios como un grupo de creyentes. Esto implica una dimensión vertical y otra horizontal. En la adoración, a menudo interactuamos con las personas de manera limitada; sin embargo, la verdadera adoración debe acercarnos no sólo a Dios sino también a los otros creyentes. Debido a que nuestras iglesias son cada vez más multiculturales y multigeneracionales, esto representa un desafío, pues cada grupo desea expresar la adoración a su manera.
Asimismo, cuando nos reunimos a adorar, necesitamos saber a quién estamos rindiendo culto. La adoración no es para nosotros mismos. La adoración es para Dios y a Dios. Es una actividad centrada en la divinidad, totalmente enfocada en él (ver Salmo 9:1, 2). No venimos principalmente a adorar para recibir bendiciones, para aprender algo, o para estar en comunión fraterna: el propósito principal de la adoración es venir a Dios, darle gloria y hablar de sus proezas.
La adoración es, por lo tanto, una experiencia en comunidad: Dios inicia un llamado a la adoración y los adoradores le responden.
Para que haya adoración, la actividad debe ser significativa para ambas partes. Esa adoración es agradable a Dios. El Salmo 19 lo expresa con claridad: "Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti" (vers.14). Sin embargo, en nuestra adoración, ¡cuán a menudo nos esforzamos por agradar a la congregación!
Nuestros motivos determinan la manera en que planeamos y organizamos el culto de adoración. Cuando pensamos en formas de adorar, nuestra primera preocupación debe ser: "¿Será agradable a Dios?" Cuando queremos agradar a alguien, tratamos de saber cómo es la persona: "¿Qué carácter tiene? ¿Qué le gusta hacer? ¿Cómo nos trata?" Debemos hacer las mismas preguntas para saber qué cosas agradan a Dios. Las respuestas a estas preguntas nos guiarán respecto de lo que es apropiado o inapropiado en el culto de adoración.
Pero la adoración también debe ser significativa para el adorador. Es importante saber si la adoración es relevante para la congregación; es decir, si la congregación encuentra sentido en la adoración. Esto nos recuerda la importancia de los símbolos. El significado en la adoración está dado por símbolos, tales como la Santa Cena, el bautismo, la lectura de la Biblia, la oración, la música, la arquitectura, etc. Todos son "signos" que ayudan a dar significado a la adoración y deberían contribuir a que la misma sea relevante.
Ésta es una tarea difícil. Y lo es aún combinar los dos, es decir, lo apropiado con lo relevante. ¿Cómo puede nuestra adoración ser agradable a Dios, y al mismo tiempo ser significativa para la congregación? ¿Cómo combinar el elemento divino (el llamado) con el elemento humano (la respuesta) cuando adoramos?

Las formas de adorar

El servicio de adoración pertenece a toda la congregación, no sólo al pastor. Necesitamos educar a nuestras congregaciones acerca de esto, y a nuestros pastores, dirigentes del servicio de adoración y de la música. A menudo, estos últimos anhelan brindarse a la congregación con sus talentos y buenas intenciones. Los músicos, que tienen preparación específica, necesitan recordar que la adoración es algo muy especial. No consiste sólo en "hacer música". En la adoración no sólo se "interactúa" con la congregación; no sólo se "lee un texto", sino que todo esto se hace en la presencia de Dios, y para Dios.
La adoración verdadera, en su esencia y en sus formas, comienza con la reflexión, la enseñanza y el aprendizaje por parte de los participantes. Este proceso abarca la educación, el entrenamiento y preparación de mentores, dirigentes y de la congregación misma.
La adoración nos lleva a preguntarnos: ¿Prefiere Dios algún estilo o manera particular de adorar? ¿Existe algún modo mejor que otros en la manera de adorar? ¿Hay una sola forma apropiada que debe seguirse en todo el mundo? La Biblia deja en claro que no es la forma o el estilo en sí mismos lo importante para Dios. Lo que Dios busca es la condición y la actitud del adorador. La mayor expectativa es, a los ojos de Dios, «el espíritu quebrantado»; el «corazón contrito y humillado» (Salmo 51:17). A Dios no le agradan nuestros sacrificios, nuestro culto de adoración, cuando olvidamos "hacer justicia, y amar misericordia, y humillarnos ante [él]" (Miqueas 6:8).
Por lo tanto, sólo la genuina transformación del corazón garantizará una manera genuina de adoración. Cualquiera sea la forma, si no venimos con un corazón transformado, la adoración no tendrá sentido. En una entidad mundial y multicultural como lo es la Iglesia Adventista, los mismos principios deben guiar nuestra comprensión de qué es la adoración. Extraídos de la Palabra de Dios, son inmutables y eternos, independientes del tiempo y el espacio. La diferencia está en las expresiones de adoración, en el cómo adorar. Necesitamos determinar qué actitudes, en nuestra cultura, expresan mejor la reverencia. La pregunta que debemos hacernos es: "¿Será que este modo particular de expresión dentro de mi cultura será reconocido como una expresión de reverencia hacia Dios?"
Lo mismo sucede con el gozo. Existen diversas maneras de expresar gozo. Algunos saltan y gritan, otros lo expresan con tranquilidad. Más allá de una cultura particular, necesitamos descubrir la mejor manera de expresar el gozo que proviene de la adoración bíblica. ¿Qué clase de gozo debemos experimentar en el acto de adoración? ¿Hay diferencia entre el gozo que nos embarga en la adoración y el que sentimos en un encuentro deportivo o musical? El gozo de la adoración no es común, sino sumamente especial. En cierto sentido, es similar al gozo humano, pero también es diferente. El relato de Nehemías de la dedicación del muro de Jerusalén luego del exilio de Israel dice que "se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento" (Nehemías 12:43). Vale decir que el gozo experimentado en la adoración proviene de Dios y es el resultado de un encuentro con él, por lo que ha hecho por nosotros. Esta búsqueda del gozo divino es de suma importancia, ya que dará forma a nuestras expresiones de adoración: el comportamiento, la música, y la forma de hacer música.
La forma y el contenido van de la mano, tanto en la adoración como en todo arte. En ambos sucede que si el mensaje transmitido por la forma no concuerda con el contenido, terminaremos con expresiones artísticas o de adoración falsos. Esta idea de la expresión cultural puede ser ilustrada mediante la figura de las cañerías de agua. Aunque las cañerías sean de diversos materiales (metal, plástico, cemento), todas pueden transportar agua. De la misma manera, diferentes expresiones culturales pueden transmitir una verdad particular. Sin embargo, hay algo importante: debemos asegurarnos de que para cuando el agua nos llegue y la bebamos, sea pura y potable. Si la composición química del agua cambia, puede transformarse en veneno. Hay cañerías que pueden cambiar la naturaleza del agua. Si utilizo un caño de plomo, el agua tendrá suficiente plomo como para afectar negativamente la salud. Algo tan esencial para la vida como el agua puede ser causa de enfermedad. Si nuestra adoración de alguna manera adultera el mensaje que queremos transmitir, no representa una forma apropiada de adoración y necesitamos cambiarla. Por otro lado, si con verdad transmite el mensaje de adoración, es una adoración apropiada aunque se aleje de las formas tradicionales.
Una de las dificultades relacionadas con la adoración es que conlleva una tensión, como hemos notado, entre la dimensión divina y la humana; entre las expresiones de gozo y las de reverencia; entre lo que es apropiado y lo relevante. Es una tensión positiva ya que nos desafía constantemente a reflexionar. Esta tensión requiere que no escatimemos esfuerzos para hallar un equilibrio entre los dos factores. Esto no puede ser hecho por una persona sola; toda la congregación tiene que asegurarse de que la adoración sea agradable a Dios.
A la luz de esta tensión, cualquier discusión acerca de las formas toma una dirección nueva. El tema ya no es elegir entre estilos (que significa que algunos estilos son mejores que otros), sino elegir dentro de un estilo determinado. La adoración apropiada puede darse con múltiples estilos, y dentro de cada estilo debemos elegir aquellos elementos que transmitan con propiedad los verdaderos valores de la adoración.
Las preguntas que debemos hacernos no son: ¿Está bien aplaudir en el culto de adoración? ¿Es aceptable este estilo de música? ¿Podemos presentar dramatizaciones como parte del culto? ¿Deberíamos arrodillarnos o ponernos de pie para orar? Las formas no son ni el objetivo ni el propósito de la adoración. Son los resultados y las consecuencias de nuestra reflexión en la adoración. Aquí pueden surgir nuevos interrogantes orientadores:

¿Cómo podemos crear una atmósfera de santidad en la adoración?
¿Cómo podemos hacer para que en la adoración, el adorador sea elevado hacia Dios y no hacia la música o la predicación?
¿Cómo podemos expresar gozo y reverencia y mantener un equilibrio entre los dos?
¿Qué expresiones de adoración pueden ayudar a la congregación a llegar a ser mejores practicantes de su fe, es decir, a hacer misericordia y justicia, que son las señales de la adoración verdadera?
¿Cómo podemos hacer para que la adoración comunique el mensaje de Dios al mundo?
Necesitamos reaprender a adorar. El secreto para lograrlo es reaprender cómo conectarnos con Dios de manera personal. La adoración corporativa comienza a nivel personal. A medida que conocemos mejor a Dios y nos acercamos a él, a medida que aprendemos como relacionarnos con él y con nuestros semejantes, descubriremos cómo hacer para que nuestros servicios de adoración sean más significativos.

¿Cómo adorar a Dios?

Todo lo que hacemos o debiéramos hacer es un acto de adoración. Porque en cada acción se refleja todo lo que hemos rendido de nuestra vida con Dios. Estudiaremos hoy diez hábitos de cómo podemos adorar a Dios.

1. A través de la oración

Con frecuencia olvidamos este ingrediente en nuestras oraciones. Pensemos por un momento en las cosas que decimos cuando oramos a Dios. ¿Cuánto de nuestra vida de oración habla de nosotros y cuánto habla de Dios? Sin duda alguna Dios desea que seamos capaces de compartir lo que sucede en nuestra vida, sin embargo también el desea que lleguemos a conocerle de una manera más profunda. Jesús nos enseña cómo hacerlo en su modelo de oración: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre...” (Mateo 6:9-13). Esta oración inicia con Dios, cuando le honramos como prioridad, ponemos nuestra vida de oración en perspectiva correcta. Consideremos en nuestras oraciones un tiempo enfocado en lo que Dios es y no en lo que él puede hacer o lo que puede darnos.

2. Desarrollando el hábito de leer la Biblia

La Biblia nos dice que debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:23). ¿Cómo podemos adorar con un entendimiento claro acerca de quién es él? Conociéndolo. Pongamos atención en el libro de Salmos, al leerlo descubriremos que a lo largo del libro existe una descripción de quién es Dios y cómo es su carácter. El rey David autor principal de los salmos conocía a Dios. ¿Conocemos a Dios o sólo hablamos de lo que otros han experimentado de él? La verdad es que él esta buscando verdaderos adoradores.

3. Por la Obediencia

Lo cierto es que adoramos a Dios por nuestra obediencia a él. Todos nosotros debemos desarrollar este hábito en nuestras vidas. Éste es un escalón práctico si es que queremos crecer en la vida. Cada vez que Dios nos ordene algo seamos rápidos en atender su llamado, porque toda demora es desobediencia. No es cuando nosotros queramos sino cuando él lo ordene.

4. Diezmando

Si queremos saber qué es lo que realmente adoramos en nuestras vidas, miremos nuestros gastos. Jesús nos dejó una importante lección cuando dijo: “Donde esté tu tesoro ahí también estará tu corazón” (Mateo 6:21). El deseo de Dios es que rindamos TODO nuestro ser a él. Una de las formas en que mostramos esto es cuando le hacemos Señor o dueño de nuestra cartera.

5. Construyendo puentes con otros cristianos

La Biblia nos enseña que Dios nos diseñó para vivir en comunidad, en comunión, comunicación con otros, pero principalmente con los que tenemos al mismo Padre. Traemos alegría a Dios cuando conocemos a otros y cuando somos conocidos por ellos por nuestro AMOR (Juan 13:35).

6. Comunicando nuestra fe

El deseo de Dios es que cada persona sobre el planeta le adore, él diseñó al ser humano con una gran capacidad de adoración. San Agustín dijo: “el ser humano tiene un hueco en su corazón que sólo Dios puede llenarlo.”

Tomemos el compromiso en esta semana de comunicar nuestra fe con alguien más. No nos preocupemos por la respuesta que podamos recibir, descansemos en el conocimiento de que estamos participando en la expansión o multiplicación de la adoración a Dios.

7. Sirviendo a otros

Jesús nos dice que “…todo lo que hagamos por uno de estos hermanos más humildes, para él mismo lo haremos” (Mateo 25:40). Cuando nos servimos unos a otros, realmente le servimos a él. Si piensas que tú no tienes nada que pueda ser usado para servir a otros, estás equivocado. Dios te ha hecho con dones y talentos únicos que específicamente él te ha dado para servirle a él sirviendo a otros.

8. Construyendo la actitud de la gratitud

Esto requiere mirar el mundo con otros ojos. Cuando miramos a través de los lentes de la gratitud, vemos nuestras vidas y todo lo que nos rodea como regalos de Dios.

Cada mañana desarrollemos esta actitud de nuestro espíritu poniéndonos los lentes de la gratitud. El apóstol Pablo escribe: “den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).


9. Colocando ante Dios aquellas áreas de nuestra vida que jamás le hemos entregado

Éste es el corazón de la adoración, “la rendición”. Él no desea arreglar el 10% o el 90% de nuestras vidas, él desea ordenar TODO. Tal vez seamos seguidores de Jesús por años y aún tenemos áreas en la vida que estamos reteniendo sólo para nosotros. Revisemos tan solo dos áreas. Nuestra agenda y nuestros gastos ¿Honran a Dios?

10. Viviendo una vida con propósito

Nuestra existencia tiene propósitos divinos. Dios no nos creó para estar aislados, sin comunicación o para servirnos a nosotros mismos. Dios nos creó para tener relación con él y con nuestros semejantes, nos creó para servir, para hablar de lo que él ha hecho en nosotros. Nos capacita para enseñar sus principios El nos creó para adorarle solo a él. Nosotros le agradamos cuando vivimos conforme a sus propósitos. Él no desea que desperdiciemos nuestra vida en cosas intrascendentes. Dios nos diseñó para la eternidad.

Pensemos por un momento y recordemos qué hemos hecho a lo largo de este mes respecto de nuestra francas desobediencias a Dios, busquemos los patrones de conducta, si los podemos identificar, entonces pidamos perdón a Dios y rindámonos ante él.

Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
(Eclesiastés 3:11 RV 95)

En Cristo, Dios nos había escogido de antemano para que tuviéramos parte en su herencia, de acuerdo con el propósito de Dios mismo, que todo lo hace según la determinación de su voluntad. Y él ha querido que nosotros seamos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo, para que todos alabemos su glorioso poder.
(Efesios 1:11-12 Dios Habla Hoy)

Conclusión

La adoración nos es tan sólo una acción en la vida, es un estilo vida, es la vida misma.

El Origen de la adoración

En el momento que llegaste al mundo Dios estaba allí como testigo oculto, sonriendo porque naciste.

Debes saber que eres muy importante para Dios y Él te considera lo suficientemente valioso para que lo acompañes por la eternidad. En Cristo fuiste escogido y amado para que le sirvas y le ames (Efesios 1:5-6).

El primer propósito en la vida de uno debiera ser conocer más a Dios, y vivir para complacerlo.

Dios es persona y la Biblia nos enseña muchas de las facetas de Su personalidad. Él tiene emociones, se aflige, se enoja, se pone celoso, se conmueve y siente compasión. Pero también Él ama, se deleita, siente placer, se alegra, disfruta y hasta se ríe.

(Génesis 6:6; Éxodo 20:5, Deuteronomio 32:36; Jueces 2:20; 1 Reyes 2:9; 1 Crónicas 10:27;)

(Salmos 2:4; 5:5; 18:19; 35:27; 37:23; 103:13; 104:31; Ezequiel 5:13; 1 Juan 4:16).

Agradar a Dios se conoce como adoración. La creación es exhortada para que alabe a Jehová (Salmos 148:1-5). Todo lo que hagas para complacer a Dios es un acto de adoración. Dios quiere tener personas que le agraden (Juan 4:23-24).

La adoración es mucho más que música

Para muchos “adoradores” la adoración es sinónimo de música lenta, plácida e íntima, pero eso es un malentendido. En realidad, todas las partes del culto dominical son un acto de adoración: la oración, el canto, la confesión, el tomar notas, la predicación, las ofrendas, el bautismo, la santa cena, incluso el saludo entre hermanos.

El origen de la adoración es anterior a la música. Adán adoraba en el jardín del Edén pero la música se menciona en (Génesis 4:21) con el nacimiento de Jubal. Si adoración fuera música algunos desafortunados no podrían adorar.

La adoración no tiene que ver con el estilo, volumen o ritmo de la canción. Dios ama todos los estilos musicales porque Él los inventó, los movidos y los lentos, los fuertes y los suaves, los clásicos y los contemporáneos. Pueden no gustarnos a todos, pero a Dios sí, siempre que lo que cantamos sea en “espíritu y en verdad”.

No existe un estilo bíblico o más digno para Dios, ni siquiera tenemos los instrumentos que se usaban en los tiempos bíblicos. El estilo de música habla más del músico, -de su entorno social y cultural y de su personalidad-, que de Dios. pero a Dios le gusta la variedad musical y todos los estilos.

Como dice Rick Warren:

“La música cristiana no existe como tal, sólo hay música con letra cristiana. Lo que convierte una canción en sagrada son las palabras, no la melodía”.

La adoración no es un servicio religioso

Adoración va más allá de todo lo que ocurre en el templo.

“Haced todo para la gloria de Dios” es el mandato divino (1 Corintios 10:31), de modo que todo lo que hagas para complacer a Dios es un acto de adoración: servir, estudiar, trabajar, producir, compartir,...

Adoración, no es parte de tu vida, es tu vida.

Debemos adorar a Dios desde que amanecemos hasta que el sol se ponga

(Salmos 113:3);

David dijo:

“Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmos 34:1).

Esto quiere decir alabar a Dios en el trabajo, en el hogar, en las dificultades del diario vivir, y hasta en la intimidad de nuestra cama (Salmos 119:147, 62; 5:3; 63:5).

La adoración no es para beneficio propio

La adoración se realiza para beneficio de Dios. Cuando adoramos, ya sea en cualquier actividad o a través de la música, nuestro objetivo debería ser complacer a Dios, no a nosotros mismos. Es claro que la adoración tiene sus beneficios, pero no adoramos para darnos gusto sino para agradar a Dios.

En (Isaías 29:13) leemos que Dios se queja de la adoración poco entusiasta e hipócrita. El pueblo estaba haciendo oraciones desanimadas, alabanza fingida, palabras vacías y rituales elaborados por el hombre, sin siquiera pensar en su significado. No podemos llegar a Dios con la tradición. En la adoración a Dios le conmueve la pasión y el compromiso.

En conclusión, la verdadera adoración consiste en enamorarse de Jesús, pensar en el todo el tiempo, en todo lugar, tomarlo en cuenta en todas las circunstancias.

El primer propósito en mi vida debe ser, entonces, agradar a Jesús, vivir para complacerlo, tal como dice 2ª Corintios 5:15:

“y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.

26 octubre, 2007

La adoración que agrada a Dios

Dios quiere todo de ti

Dios no quiere una parte de tu vida. Pide todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente, y todas tus fuerzas. A Dios no le interesan los compromisos a medias, la obediencia parcial y las sobras de tu tiempo y dinero. Quiere tu devoción plena, no pedacitos de tu vida.
Una mujer samaritana en cierta ocasión discutió con Jesús acerca del mejor tiempo, lugar y estilo de adoración. Jesús le contestó que esos aspectos eran irrelevantes. El lugar de adoración no es tan importante como por qué adoramos y cuánto de nuestro ser le ofrecemos a Dios cuando lo hacemos. Hay una manera de adorar, buena o mala. La Biblia dice: «Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente» Hebreos 12:28
La adoración que agrada a Dios tiene cuatro características:

1. A Dios le agrada la adoración en verdad
La gente suele decir «Me gusta pensar en Dios como alguien que...» y plantean la idea de un Dios a quien les gustaría adorar. Pero no podemos simplemente crear nuestra propia imagen de Dios, la que nos resulta cómoda y políticamente correcta, y adorarla. Eso es idolatria.
La adoración debe basarse en la verdad de las Escrituras, no en nuestra opinión acerca de Dios. Jesús le dijo a la mujer samaritana: «Los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que le adoren» Juan 4:23.
«Adorar en verdad» significa adorar a Dios como la Biblia verdaderamente lo revela.

A Dios le agrada la adoración auténtica
Cuando Jesús dijo que debemos «adorar en espíritu» no se refería al Espíritu Santo sino a nuestro espíritu. Fuimos creados a imagen de Dios y, por lo tanto, somos un espíritu que reside en un cuerpo, y él diseñó nuestro espíritu para que pudiéramos comunicarnos con él. La adoración es la respuesta de nuestro espíritu al Espíritu de Dios. La adoración que agrada a Dios es profundamente emocional y doctrinal. Con nuestro corazón y nuestra cabeza.
Cuando Jesús dijo: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» quería decir que la adoración debe ser auténtica y sentida, de corazón. No se trata sólo de decir las palabras correctas; debes creer en lo que dices. ¡La alabanza que no brota del corazón no es alabanza! No sirve de nada, es un insulto a Dios. Cuando adoramos, él mira más allá de nuestras palabras, observando la actitud de nuestro corazón. La Escritura afirma: «La gente se fija en las apariencias, pero yo, (el Señor) me fijo en el corazón» 1 Samuel 16:7b.
Muchas personas confunden las emociones conmovedoras producidas por la música con las estimuladas por el Espíritu, pero no son iguales. La verdadera adoración ocurre cuando nuestro espíritu responde a Dios, no a una melodía. En realidad, algunas canciones sentimentales e introspectivas entorpecen la adoración porque de concentrarnos en Dios, pasamos a enfocarnos en nuestros sentimientos. Cuando adoramos, el factor de mayor distracción somos nosotros mismos: nuestros intereses y preocupaciones acerca de la impresión que damos.
Los cristianos no se ponen de acuerdo con respecto a la manera más adecuada o auténtica de alabar a Dios, pero estos argumentos lo que más reflejan son las distintas personalidades y trasfondos. La Biblia menciona diversas formas de alabanza: La confesión, el canto, los clamores, el estar de pie, el arrodillarse, el baile, el hacer ruidos de gozo, el testimonio, la utilización de instrumentos musicales y el alzar las manos. El mejor estilo de adoración es el que más auténticamente representa nuestro amor a Dios, basado en el trasfondo y la personalidad que Dios nos dio.
Mi amigo Gary Thomas se dio cuenta de que muchos cristianos en lugar de tener una amistad vibrante con Dios, parecen estancarse en la costumbre -la adoración se convierte en una rutina satisfactoria- porque se obligan a usar métodos devocionales o estilos de adoración que no se adaptan a la unicidad con que Dios los creó. Gary se preguntó: «Si Dios con toda intención nos creó a todos distintos, ¿por qué deberíamos amarlo de la misma manera?».
Una cosa es cierta: No darás gloria a Dios intentando ser alguien que él nunca se propuso que fueses. Dios quiere que seas tú mismo. El Padre está «buscando personas que, cuando le adoren, sean sencillas y sinceramente ellas mismas cuando se presenten a él». Juan 4:23.

A Dios le agrada la adoración reflexiva
El mandamiento de Jesús de «amar a Dios con toda tu mente» se repite cuatro veces en el Nuevo Testamento. A Dios no le agrada que cantemos himnos, oremos con apatía y exclamemos con indiferencia ¡Gloria a Dios!, sin pensar en lo que hacemos, porque no se nos ocurre otra cosa que decir en ese momento. Si no pensamos en lo que hacemos cuando adoramos, la adoración no sirve. Tu mente debe estar puesta en lo que haces. Además, sé específico. Si alguien se te acerca y repite: «¡Te alabo!» diez veces, es probable que pienses «¿Por qué?». Tu preferirías dos cumplidos específicos a veinte generalidades vagas. Dios también.

A Dios le agrada la adoración práctica
La palabra de Dios afirma: «Les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» Romanos 12:1. ¿Por qué quiere Dios tu cuerpo? ¿Por qué no dice «ofrezcan su espíritu?». Porque sin el cuerpo no podemos hacer nada en este planeta. En la eternidad recibiremos un cuerpo nuevo, mejorado, actualizado, pero mientras estemos en la tierra, Dios dice: «¡Dame todo lo que tengas!». Él solamente está siendo práctico en cuanto a la adoración. La verdadera adoración se arraiga en la Palabra.

Este artículo ha sido tomado del libro:

Una vida con propósito
por Rick Warren

25 octubre, 2007

¿Qué significa el proverbio 18:19?

Proverbio 18:19

"El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,
Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcazar"

Significado de algunas palabras:

Ciudad fuerte- Ciudad que en todo tiempo estaba a la defensiva. Preparada para dificultar la entrada a la misma.

Alcazar- Fortaleza
Respuesta:

Este proverbio usa las figuras de "ciudad fuerte" y "cerrojo de alcazar" para poner de relieve que cuanto más cercano es el parentesco, más severa se hace la enemistad cuando surge una discordia y más dificil resulta la reconciliación. Dijo alguien: "es más difícil calmar su mutua animosidad que capturar una fortaleza, y su querella crea una barrera para la restauración de relaciones amistosas tan fuerte como las barras de hierro que cierran una fortaleza

¿Qué es un "devocional"?... ¿Y una "vida devocional"?

¿Qué es un "devocional"? ¿Y una "vida devocional"? ¿Son acaso términos sinónimos? En la mayoría de los casos, ambos términos son utilizados de modo indiferente, como si significaran lo mismo, pero en realidad, no lo son. Un devocional es un momento, un tiempo determinado en mi día, en el que de un modo especial, me dedico a mi cuidado espiritual y comunión con Dios, por medio de la adoración, alabanza y oración a Dios. El segundo término es diferente, ya que habla, no de un momento determinado en el día, sino que habla de una "vida", caracterizada por la devoción a Dios, por estar en "la presencia de Jehová", por conducirse en la voluntad de Dios, tomando las decisiones de nuestra vida según sus designios.

¿Hasta qué punto es necesaria o beneficiosa la comunión con Dios? Creo que para cualquier ser humano, que ha sido rescatado de las llamas del Infierno, esta pregunta, está fuera de lugar, por la obviedad de la respuesta. ¿Hasta qué punto el hombre necesita el aire para vivir? ¿Cuánto tiempo puede el hombre vivir sin aire? Apenas unos segundos o pocos minutos. De similar forma, el hombre espiritual, el hombre que ha sido salvado por Cristo, no puede "optar" por la comunión con Dios, ya que es el "medio ambiente" en el cual se desarrolla. Chafer dijo: "Pasar 30 segundos fuera de la comunión con Dios es demasiado". El hombre natural no puede elegir entre vivir en el aire o no, y el cristiano no puede elegir entre vivir en la comunión con Dios o no.

No hemos de limitar o definir "la vida devocional" con leer la Palabra de Dios. Es reducir el término al más completo raquitismo. Por supuesto que "implica" la lectura y estudio reverente de la Palabra, pero "vida devocional" es estar en la presencia del Señor, es tener una comunión y una relación íntima con el Salvador, y eso no un momento en el día, sino una vida. Es una profunda y confiada amistad. Todos nosotros tenemos amigos, y estos pueden ser mejores, o peores, pero con todos tenemos algo en común, y es que la amistad no se produce sola, no es el resultado del azar. Piensa en tus amigos y te darás cuenta de algo, y es que con todos has tenido que "invertir tiempo" para conocerle, escucharle, animarle, consolarle, ayudarle. Amistad a veces es sinónimo de un profundo "gastarse" a sí mismo para ayudar y conocer al otro, y claro, para eso hace falta una cosa: ¡tiempo! No se hacen amistades profundas en un minuto; de hecho, las amistades más profundas son aquellas que perduran con el tiempo y a través de las dificultades. Nadie que pretenda tener una íntima comunión con el Señor podrá conseguirlo con cinco minutos de oración al día antes de acostarse, o "leyendo la hojita", como dicen muchos, refiriéndose a esos calendarios de taco con un mensaje bíblico. El Señor no desea cinco minutos al día, lo quiere todo. Hasta ahora todas las personas que conozco que espiritualmente no marchan muy boyantes, precisamente son personas que descuidan sus tiempos con el Señor y su comunión con El. Por el contrario, hombres espiritualmente fuertes y sólidos, suelen ser cristianos curtidos en las batallas vividas en íntima comunión con Dios.

Alguien que disfruta de plena comunión con Dios, dice al levantarse: "Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré" Salmo 63:1; y al acostarse: "Tu guardarás en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado" Isaías 26:3; "En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú, oh Jehová, me haces vivir confiado" Salmo 4:8. En definitiva, es alguien que estima en gran valía la amistad y comunión con Dios, de modo que su primer y último pensamiento es siempre el mismo: Dios, Él es el todo para el hombre de fe.

¡Cuántas veces he leído u orado de un modo mecánico y no con ferviente amor, buscando lo principal: comunión y amistad con Dios! Uno de los grandes enemigos del que desea prosperar en la vida espiritual es la continua lucha contra la rutina, el orar o leer casi por puro compromiso, por eso de que "el buen cristiano tiene que comenzar el día leyendo su Biblia". Por el puro "cumplimiento", de modo que al final "cumplo" y "miento". ¿Verdad que en una relación de amor como el noviazgo o el matrimonio no podemos decir siempre las mismas palabras o expresiones? La primera vez caen muy bien, luego se convierte en pura mecánica que un loro podría repetirlo. El Señor no busca "loros" redimidos, desea hombres que se postran ante su presencia para derramar el alma ante su Hacedor. Todos aquellos que estuvieron ante la presencia del Señor, quedaron postrados, piensa en Isaías en el capítulo 6.

¡Cuidado también en cómo pretendemos presentarnos ante Dios! ¿Tengo que recordarte el desgraciado incidente de Nadab y Abiú? Ellos cometieron dos errores:

Presentarse de cualquier manera. Se presentaron ante el Señor de un modo impropio, ebrios (Levítico 10:1,9-10). Habían bebido, y por ello, se presentaron ante Jehová de un modo inadecuado, sin discernimiento. No es bueno presentarse de cualquier manera, pretendiendo orar por cronómetro los cinco minutos de rigor, con prisas y sin discernimiento, perdiendo el norte, y no siendo conscientes de que nos dirigimos y estamos ante la presencia de Aquel que todo lo llena en todo. Nadab y Abiú se presentaron de cualquier manera, y cometieron el segundo error.

Ofrecer cualquier cosa (Levítico 10:1). Fuego extraño. Todo fuego que no proceda del Altar del Incienso Levítico 16:12, de la completa devoción y adoración a Dios, es fuego extraño a Jehová.

¡Qué bendito pasaje el de Génesis 5:22! Enoc caminaba con Dios, recorrían el camino juntos. Es una bella imagen de lo que es la vida devocional, siempre que pienso en este pasaje me imagino la escena, Enoc, comenzando el día, entrando en la presencia del Señor, y el Señor yendo a visitar a Enoc, y así cada día, hasta que parece que el Señor mismo lamenta no tener continuamente a Enoc consigo, y Enoc también, de modo que un día, caminando juntos, el Señor le dice: "Oye Enoc, ya está bien de tanto arriba y abajo, hoy mismo te vienes a casa conmigo y se acabó, caminaremos juntos eternamente en el hogar celestial", y se lo llevó Dios... ¡Qué hermoso! Esto sucedió porque Enoc era un hombre que "vivía" con y para Dios, como leemos en Hechos 11:5 "tuvo testimonio de haber agradado a Dios".

Es cuando se camina con Dios, cuando no se teme aunque ruja la tormenta, aunque parezca que no se ve el final del túnel, la luz del final, ¿y sabes por qué? porque la bendita comunión con Dios nos es suficiente para estar confiados en Su Soberanía.

En la vida de devoción, yendo a su encuentro cada mañana, encontraremos todo lo que necesitamos para nuestros quehaceres diarios, enfrentarnos al "enemigo" de afuera, y a veces, ¡cómo no¡ las torpezas también de "adentro"; para fortalecernos y confiar exclusivamente en Aquel que derramó hasta la última gota de su inmaculada sangre para salvarnos del "presente siglo malo". En nuestro caminar con Dios hallaremos el consuelo, la enseñanza, la sabiduría, la reprensión y el amor que tan imprescindible nos es para vivir victoriosamente en este mundo, y nos ayudará a madurar para el otro. Según el grado de amor hacia el Salvador que hayas demostrado en este mundo, según el deseo que hayas tenido de conocer más íntimamente al Señor, según tu celo y diligencia por hacer crecer la amistad con el Señor, según hayas derramado tu alma y corazón en absoluta confianza ante la presencia del Salvador, así también será tu comunión con Él en el Cielo; no olvides que hay diferentes grados de gloria y recompensa. ¡Cómo lamentaremos el habernos dejado "despistar" por los quehaceres, por muy legítimos que estos hayan sido!

¿Quieres experimentar el viejo poder victorioso que hallaron los grandes hombres de fe que nos precedieron?... ¡Practica la vieja vida de devoción de ellos! Proverbios 22:28; 23:10.

Lo que implica ser un adorador...

La caña de bambú

Había un precioso jardín que, nada más verlo, hacía soñar. Estaba allí, junto a la casa del Señor. La puerta, siempre abierta, era invitación silenciosa para todo aquel que deseara encontrar un momento de paz y de sosiego. El mismo Señor acudía todas las tardes a pasear por su jardín.

Siempre se fijaba, era inevitable, en un cañaveral en el que destacaba una preciosa caña de bambú plantada, con sus hermanas, en el centro de un rico conjunto de flores y plantas. Ella y sus compañeras ofrecían, en grupo, un espectáculo peculiar: daban sombra, eran la imagen de la fortaleza y de la grandiosidad de la creación. Ciertamente, entre todas las cañas hermanas, ella la hermosa caña, llamaba la atención por su esbeltez, altura y elegancia. Toda la gente pensaba que era la preferida del Señor. Le encantaba verla así: más alta, robusta y bella que las demás plantas. Era la más fuerte y recia ante los vientos invernales, e imperturbable ante los calores del verano. Pronto se dio cuenta de que, ella, la más destacada caña de bambú, era "especial" para el Señor.

Un día se acercó el Señor al jardín y, como siempre, fue a contemplar el hermoso conjunto que formaban las cañas hermanas. Con mucho amor, serenidad y firmeza le dijo a la más esbelta:

- Mi querida caña de bambú, te necesito
Ella no entendía que el Señor se hubiera dignado a dirigirse personalmente a ella. Tampoco comprendía por qué el Señor le había concedido el privilegio de decirle: "Te necesito". Veía claramente que el Señor le hablaba con un amor especial. Por ello no le costó nada responder:

- Estoy en tu jardín, Señor, soy toda tuya..., cuenta conmigo para lo que quieras.
El Señor escuchaba atentamente la respuesta disponible de la vigorosa caña de bambú. No esperaba otra cosa de su planta predilecta. Pero no quería precipitarse en su propuesta, no quería herirla, ni lastimarla. Deseaba proponerle su proyecto de amor, de tal manera, que ella lo pudiera aceptar con la misma ternura que él ponía en sus palabras. Lentamente, como si comunicara un misterio prosiguió:

- Es que, mi querida caña de bambú, para contar contigo tengo que arrancarte.
- ¿Arrancarme? ¿Hablas en serio? ¿Por qué me hiciste entonces la planta más bella de tu jardín? ¿Por qué me hiciste crecer junto a unas cañas hermanas?. Por favor, Señor, cualquier cosa menos esto .

El Señor, poniendo más ternura aún en sus palabras, con la serenidad que sólo viene del amor, no retiró la propuesta:

- Mi querida caña de bambú, si no te arranco no me servirás.
Quedaron un largo rato los dos en silencio. Parecía que no sabían qué decir. Hasta el viento detuvo su ímpetu respetando el misterio. Los pajarillos del jardín olvidaron su vuelo y su canto. Lentamente..., muy lentamente..., la caña de bambú inclinó sus preciosas ramas y hojas, y dijo con voz muy queda:

- Señor, si no puedes servirte de mí sin arrancarme, arráncame.
- Mi querida caña de bambú -añadió el Señor-, aún no te lo he dicho todo. Es necesario que te corte las hojas y las ramas.

- Señor, no me hagas eso. ¿Qué haré yo entonces en el jardín? Seré un ser ridículo.

Y otra vez le dijo el Señor:

- Si no te corto las hojas y las ramas no me servirás.
Entonces el sol, estremecido, se ocultó. Los pájaros huyeron del jardín pues temían el desenlace. Temblando..., temblando..., la caña de bambú decidida y abandonada sólo pudo decir estas palabras:

- Pues..., córtamelas.
Continuó el Señor:

- Mi querida caña de bambú, todavía me queda algo que me cuesta mucho pedirte: tendré que partirte en dos y extraerte toda la savia. Sin eso no me servirás.
La caña de bambú ya no pudo articular palabra. Silenciosa y amorosamente abandonada, se echó en tierra, ofreciéndose totalmente a su Señor.

Así el Señor del jardín arrancó la caña de bambú, le cortó las hojas y las ramas, la partió en dos y le extrajo la savia.

Después la llevó junto a una fuente de agua fresca y cristalina, muy cercana a sus campos. Las plantas de aquellas tierras del Señor hacía tiempo se morían de sed, estando tan cerca del agua. Un pequeño roquedal impedía que el agua llegara a los campos. Con mucho cariño el Señor ató una punta de la caña de bambú a la fuente, y la otra la colocó en el campo. El agua que manaba de la fuente comenzó, poco a poco, a desplazarse hacia las tierras cercanas, también propiedad del Señor, a través de la caña de bambú.

El campo comenzó a humedecerse y reverdecer. Cuando llegó la primavera el Señor sembró arroz. Fueron pasando los días hasta que la semilla creció, y llegó el tiempo de la cosecha.

Y fue tan abundante que, con ella el Señor pudo alimentar a su pueblo.

Cuando la caña de bambú era alta y esbelta, la más bella de sus hermanas, vivía y crecía sólo para sí misma..., hasta se autocomplacía en su elegancia y esbeltez.

Ahora, humilde y echada en el duro suelo del roquedal, se había convertido en prolongación de la fuente de vida que el Señor utilizaba para alimentar su casa y hacer fecundo su Reino.

¿Qué quieres que haga por ti?...
Y tú, ¿qué estás dispuesto a hacer por mí?

Qué hacemos con estos músicos?

¿Qué hacemos con estos músicos?

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6:12, RVR60).

El Nuevo Testamento no habla de Cantores o Salmistas como un ministerio u oficio, pero si encontramos muchos pasajes haciendo referencia a la alabanza y adoración. Así como el Señor ha dado cinco ministerios para la edificación, crecimiento, y bendición de su pueblo, creemos que también en la alabanza y adoración necesitamos ser ministrados para edificación espiritual.

Por demasiado tiempo muchos músicos han tenido la idea de que ellos SOLO TOCAN Y CANTAN pero al estudiar mas de cerca el ministerio de los cantores nos damos cuenta de que tiene mucha mas responsabilidad de la que algunos quieren aceptar. Como en todo ministerio el Señor espera que los cantores tomen muy en serio los dones y habilidades que ha depositado en ellos, y que no tomen a la ligera este servicio sino con mucha seriedad. Es por eso que veremos algunas características de estos ministros.

CARACTERISTICAS DE UN MUSICO.

Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él. (1 Samuel 16:17-18, RVR60) Que error, no pidamos tan poco. Lastimosamente Pastores y lideres de adoración están cometiendo el mismo error de Saúl, buscando músicos Que toquen bien, sin discernir la verdadera realidad que hay en la ministración de la música espiritual, olvidando cualidades que debe tener un ministro del Señor. En el versículo 18 se describe muy bien, las características de un ministro que Dios desea en el día de hoy para que ministre delante de El y para edificar a su pueblo.

1-Sabe tocar Salmo 33:1-3, 1 Tes. 5:19
Por muchos años ha reinado en muchas iglesias una mentalidad mediocre, en cuanto a la música y cántico se refiere, basado en la idea conformista de Es para la honra y la gloria del Señor y esta frase nos ha hecho negligentes en nuestra preparación para darle lo mejor a Dios.

2-Es valiente Josué 1:7, 9
Valiente significa Valeroso, que esta dispuesto a afrentar los peligros, es esforzado. La verdadera fuerza, el verdadero poder, viene de aquel que dio todo por nosotros, para que nosotros nos demos para ÉL. Él es quien nos ciñe de poder, y nos hace caminar por caminos perfectos. Nunca confundamos el machismo con la valentía, que solo puede venir de parte de Dios, cuando mantenemos una comunión con ÉL.

3-Es vigoroso
Vigor = fuerza física, vitalidad, energía. Esta palabra habla de entusiasmo, entrega, arrojo y dinamismo, entre otras cosas. En Hebreo Chayil que significa: a) Fuerza b) Poder c) Riqueza d) Eficiencia e) Fuerza como de un ejército. Wow, que definición para un ministro del Señor, eso es lo que necesitamos ser MUSICOS VIGOROSOS

4-Hombre de guerra Efesios 6:12
Cada vez que tomamos los instrumentos para tocarlos en la presencia del Señor, hay un resultado poderoso en el reino de las tinieblas, cuando aplaudimos, levantamos la voz, las manos para declarar la grandeza de nuestro Dios, ¡hay guerra! Los ministros de la música deben ser hombres comprometidos con la oración y la búsqueda de la unción de Dios para esta guerra espiritual. Quiéranlo o no como músicos son guerreros, ¡acéptelo y
empiece a vivir como hombres y mujeres de guerra!

5-Prudente en sus palabras 2 Timoteo 2:16-17, Efe. 4:29
La Biblia pone un valor altísimo sobre las palabras que hablamos. En Proverbios 18:21 dice: La muerte y la vida están en el poder de la lengua. Santiago nos habla, fuertemente acerca de nuestro hablar (Santiago 3:2-10). ¿Si pusieran nuestras palabras en una computadora para analizarlas, le temería a los resultados? Entonces como ministros de Dios, cambiemos nuestra manera de hablar, que hablemos conforme a la boca de Dios.

6-Hermoso
Una persona de aspecto hermoso en su forma, figura y apariencia; bueno quizás aquí no todos cualificamos sin embargo en un sentido espiritual todos sabemos que existe una hermosura en las personas que hemos nacido de nuevo, y no es meramente exterior sino mas bien una hermosura interior de quien tiene paz, fe, amor, paciencia y los frutos del Espíritu, esa hermosura es la que debemos anhelar.

7-Jehova esta con Él Salmo 91:1, Éxodo 33:15, Juan 3:2
Podemos concluir que David tenía todas esas características, por causa de esta última. Nada podemos hacer si Dios no esta con nosotros. Hemos visto siete áreas de la vida de un ministro de adoración, meditemos y pidámosle fuerza y valentía a Dios para llevarlas a la práctica en nuestra vida diaria y en el ministerio, para poder honrar al Señor.

EL MINISTERIO DEL MUSICO
Creemos que hay tres áreas en las que ministran los músicos al Señor y a su pueblo.

1-El músico como sacerdote. 1 Pedro 2:5, Hebreos 3:15, 1 Pedro 2:9
La palabra sacerdote, en Hebreo Kohen, en griego Hierus y en latín sacerdos todas denotan lo mismo: Alguien que ofrece sacrificios. Ya no se ofrecen animales y sacrificios de sangre, ahora nuestros sacrificios son espirituales y se ofrecen desde el altar de nuestro corazón con toda sinceridad, humildad y seriedad al Señor en agradecimiento, rendimiento y humillación delante de ÉL.

2-El músico como profeta.
Veamos tres definiciones de la palabra profeta:
a) Un portavoz de la palabra de Dios.
b) Uno que trae amonestación y palabra de aliento relativos al porvenir.
c) Uno que anuncia la palabra divina por inspiración sobrenatural.
En base a estas definiciones podemos ver que la música si puede ser profética, porque lleva la Palabra de Dios, anuncia una palabra divina por inspiración sobrenatural.

Bíblicamente existe una relación entre la música y la profecía:
a) 1 Crónicas 25:1-3;
b) 2 Reyes 3:15-16;
c) 1 Samuel 10:5
Deje de ser un músico tímido, pasivo, levántese en el poder de la fuerza de Dios!! Levante su rostro tome esa arma poderosa que llamamos adoración y salga a la guerra para conquistar, busque que en su ministración este la presencia del Dios Todopoderoso. Sea un músico profeta.

3-El músico como siervo.
La tarea principal de los Levitas en el Antiguo Testamento se resume a servicio. Eran personas dedicadas al Señor y a su pueblo. La palabra siervo no es un titulo que alguien confiere, sino que es un estilo de vida que esa persona vive diariamente. El siervo es alguien que se reconoce fácilmente, no porque lo llaman así, sino porque sus acciones lo dicen por todos lados (Mateo 20:25-28, Fil. 2:3-6). Son muchos los casos de músicos que han causado daños irreparables al cuerpo de Cristo, solo por NO adoptar y vivir en un espíritu de servicio: relaciones rotas, vidas destrozadas, muchos malentendidos, confusiones, pleitos, divisiones provocadas por una falla de conocimiento de lo que es ser un verdadero siervo.

Conclusión: Como puede ver, usted como ministro de música, alabanza y adoración, no es cualquier cosa, sino que tiene un gran privilegio y mucha responsabilidad al igual que cualquier ministro en el ministerio, es por eso que hay que darle el lugar que se merece en su vida y vivir como lo que es: Un Ministro de Dios .

Referencia usada ¿Que hacemos con estos músicos? (Marcos Witt).